El hospital en tiempos de crisis.

Carlos A. Quinzio

Rev HPC ; :


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Hacer una reflexión sobre la crisis, en tiempos de crisis, me parece una necesidad casi ineludible desde la conducción de una Institución como el Hospital Privado de Comunidad.
Lo primero es reconocer que no somos una isla, que somos prestadores de Salud en un país que es Argentina y que a veces nos ha sido difícil reconocernos vulnerables, resistirnos a creer que esto no nos alcanzaría... pero es inconcebible pensar que somos una mosca blanca en un país negro.
Los chinos, en su particular lenguaje, acuñaron un ideograma para la palabra crisis, en el cual se la relaciona con la idea de cambio y transformación.
Desde el comienzo de la tormenta en diciembre de 2001, luego del tiempo transcurrido hoy, creo que estamos en condiciones de poder entender las etapas de los procesos de crisis y empezar a concebir la idea del cambio y la transformación.
Hemos sufrido, sentimos el dolor, nos resistimos ante él, pero finalmente pudimos reconocerlo y entregarnos a ese dolor. Pudimos aceptar la tremenda oscuridad en la que nos sumergíamos, con el miedo lógico y humano... el miedo a morir, a desaparecer como Institución, pero el haber tomado conciencia de nuestras debilidades y fortalezas, de las ideas de peligro y oportunidad, hicieron que la conducción de la Fundación Médica, el Hospital, médicos, residentes, enfermeros, personal administrativo, personal de mantenimiento... y todos aquellos que estamos en este barco, sin saberlo quizás, nos consustanciáramos con el efecto "Phoenix", que era sobrevivir a esta crisis aún desde las cenizas, entendiendo que lo fundamental era estar vivos, vigentes, para lo cual, aún sufriendo el hostigamiento del contexto externo, el caos en la conducción política nacional, la depresión y el dolor de nuestra gente, no podíamos descuidar las funciones básicas de todo ser vivo, como alimentarse, hidratarse y descansar, para no... morir; el peligro fue muy grande y el riesgo de desaparecer, mayúsculo.
Como institución pudimos mantener la atención de nuestros pacientes, mantuvimos operativo al Hospital, mantuvimos nuestro programa de docencia e investigación, en el marco de la escasez de insumos, de falta de fondos y de una gran incertidumbre. Nuestra gente aportó a ello con hechos concretos, aceptando la idea con el sacrificio de su propio pecunio, y fueron todos... Era el momento más álgido, como dije, sin insumos básicos con una devaluación de la moneda y la inseguridad tremenda de saber que hoy estábamos y mañana no sabíamos qué pasaría... y alguien que vaya a saber desde qué estado de confusión total exigía desde el gobierno nacional, repito, exigía "el show debe seguir", minimizando los hechos que fueron de dominio público: instituciones quebradas, suspensión de cirugías cardiovasculares y de alta complejidad, propuestas trasnochadas como el dólar salud, cuestionamientos sobre el reuso  de materiales. Como si viviéramos en el mejor de los mundos, el programa médico obligatorio (PMO) y el PMO de emergencia (PMOE), sólo exigían pero nada otorgaban a los prestadores (duele recordarlo).
Muchas veces escuchamos que la crisis había llegado y llegó para quedarse. Así lo entendimos y lo entendemos, aunque no creemos que sea «in eternum», mantenemos nuestras convicciones de enfrentarla a sabiendas que dejamos jirones de nuestras vidas y aún la vida misma de este lado de la barricada.
Desde lo estrictamente técnico-administrativo, la desfinanciación del sistema de salud de nuestro país es más que manifiesta. No podemos desconocer que el costo en salud en la última década ha crecido un 70%, explicado por varios factores, entre ellos el avance de la tecnología médica, equipamientos de última generación de costos muy elevados, aumento del promedio de vida de la población, y ese aumento del costo en salud no es sólo folclórico, en el resto del mundo desarrollado se están llevando a cabo profundas reformas para frenar el crecimiento del gasto en salud.
¿Es que esto tiene lógica? En nuestro país, ha sido justamente en los momentos de crisis donde los recursos para la salud han bajado a niveles tales que nos dejan sin capacidad operativa. "¡La salud no tiene precio!" gritan desde una orilla... pero "sí tiene costo" responden desde la otra.
A veces sentimos que las autoridades de turno no tienen oído para escuchar los reclamos de los prestadores; deben entender que el precio de la salud va de la mano de sus costos, y pretender, sin entender, contratos por debajo del nivel de los costos es imposible, y donde el damnificado será sin dudas el paciente, su beneficiario, aún con todos los esfuerzos que hagamos para mantenernos de pie.
El financiamiento del sector necesita cambios, necesita transparencia, creatividad. Necesita oxígeno.
Pareciera que a la clase dirigente le molesta todo aquello tendiente a señalar los temas que no están en su agenda, y la salud es obviamente uno de ellos. Debo citar la deuda de PAMI, la discusión sobre el valor capitario que es insuficiente, la "desfinanciación de las obras sociales" (aunque en Mar del Plata no pareciera existir para algunos gremios, que inauguran o planean nuevos establecimientos de salud); el embate continuo sobre el sector privado que ha debido soportar los aumentos salariales que el gobierno impuso e impone unilateralmente, quitándonos la autonomía para decidir nuestra política interna.
No puedo dejar de reconocer el tremendo agotamiento de las autoridades de la Fundación Médica en sus largos peregrinajes con frío o calor, en micro y no en avión, por pasillos y cuartos llenos de incertidumbre para encontrar a ese alguien que nos escuche verdaderamente, que somos una institución sin intermediarios, que siempre hemos cumplido con los pactos realizados, que lucha a destajo para no bajar la calidad de la prestación, que contribuimos con la educación de postgrado seriamente, que no somos "coimeables" ni corruptos.
Sería muy largo ennumerar todos los escollos que hay en el camino, el cambio surgido en la relación médico-paciente, las exigencias, las demandas por mala praxis cuando nadie definió lo que es buena praxis en contexto como el actual. No hemos sido ajenos a ninguna de las situaciones que parecieran ocurrirles a otros... y también a nosotros. A veces la vorágine de lo cotidiano en épocas de crisis no nos permite comunicarnos como lo desearíamos, la realidad es  tan rápidamente cambiante y lo que podemos decir hoy quizás no tenga valor mañana.
Deseo rescatar y destacar al factor humano de la institución, es ese nuestro recurso más querido y valorado, así lo hemos entendido siempre, así han bregado las autoridades de turno para mantener la fuente de trabajo de más de 1.200 personas, dentro de lo que ha permitido el contexto externo.
Es por todo lo citado que hoy podemos mirar la crisis, y desde esa profunda oscuridad en la que estamos inmersos comenzar a ver destellos de luz que nos dan la esperanza de seguir luchando. Estamos vivos y no es poca cosa, rasguñados, heridos, desilusionados, sufridos... Pero estamos vigentes; esa es la única manera de poder hacer el "clic" (despertar) en la crisis y luego de la crisis, como dice el autor Walter de Souza en su libro «Crisis con sabiduría»:

- La noche oscura se aproxima
- ¡Nada!
- Ella llega: negarla es evitarla
- Todo bien,... pero ¿por qué a mí?
- Es una crisis. Forma parte del ritmo cósmico.
- Estoy en el fondo del pozo
- ¡Oye! es un llamado.
- Todo parece que me desespera
- La crisis no es sólo un problema, también se trata de una oportunidad
- Pero duele. Yo no quiero el dolor...Resistir no es una actitud sabia ante el dolor.
- Rendirse al dolor ¿no dolerá más?
- Entréguese... iniciemos el tránsito.
- Siento que voy a morir...
- Morir al pasado, a las cosas que no le sirven más.
- ¿Tendré que rendirme otra vez?
- ¿Porqué no? ¿Acaso eso hará que pierda su identidad?
- No... no sé ¿quién soy?. Conózcase...
- Escuche, la salvación se aproxima
- Veo algo. La oscuridad de desvanece
- Aprecie ahora. Sus ojos son otros.
- Me veo mejor y pregunto ¿qué tengo aquí?
- Descúbralo... basta con que oiga a su alma.

Debemos seguir escuchando a nuestra alma que a nivel institucional es entender nuestro sentido de pertenencia y luchar por nuestras convicciones como Institución de salud.

Dr. Carlos Quinzio
Director del Hospital Privado de Comunidad