La adicción a los videojuegos es una entidad clínica incorporada en los últimos años en los manuales de diagnósticos de salud mental.
Las conductas de juego activan sistemas de recompensa similares a los que activan las drogas y producen algunos síntomas conductuales compatibles a los producidos por las sustancias. Es por es que la OMS la incluyó en su clasificación de "trastornos mentales, conductuales o del neurodesarrollo".
La adicción a los videojuegos se caracteriza porque el individuo tiene un patrón de comportamiento persistente o recurrente, asociado a un importante deterioro en el control sobre el propio juego y a un malestar clínicamente significativo por al menos doce meses. Además, la persona que lo padece antepone su uso a otros intereses y actividades de la vida diaria, a pesar de las importantes consecuencias negativas que afectan diferentes áreas vitales (ya sea social, académico/laboral y/o familiar).
Desarrollo de la adicción
El desarrollo de esta patología puede deberse a situaciones estructurales y personales que afecten al individuo en un momento determinado, asociado a la motivación por jugar que lo convierta un en juego desadaptado. Es por esto que se describen cuatro motivaciones de juego:
- Socialización: interés por entablar amistades y apoyarse mutuamente.
- Exploración: interés por descubrir el entorno virtual y participar de la mitología del juego y aventuras que propone.
- Logro: interés en el prestigio, el liderazgo y el dominio sobre otros jugadores.
- Disociación: interés en evadirse de la realidad e identificarse con el avatar virtual.
Se considera un juego adaptado cuando las principales motivaciones son socialización y exploración y desadaptado cuando son el logro y la disociación.
Los videojuegos con cambios de rol
En la actualidad es muy frecuente el uso de videojuegos en línea, conocidos como Massively Multiplayer Online Role Playing Games (MMORPG), que permiten a los jugadores interactuar entre ellos en un mundo virtual de forma simultánea.
En los MMORPG los jugadores pueden escoger o caracterizar su personaje o avatar y decidir cales serán las rutas de desarrollo argumental. Por otro lado, el jugador puede crear uno o más avatares con las características físicas y psíquicas que desea con los que puede jugar simultáneamente, lo que favorece la penetrancia en un mundo virtual con alteración de la identidad que puede que propiciar que la identidad falsa proporcione mayor satisfacción que el verdadero yo.
Este tipo de juegos está disponible las 24 horas del día, posibilitando la existencia de un mundo virtual persistente en el que el juego prosigue su devenir y evoluciona, cambia y se transforma pese a que el jugador no esté conectado. Esta persistencia, a veces, implica cierta obligación de jugar.
Durante la pandemia por COVID-19, el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones realizo una encuesta online y destacó algunos resultados en la frecuencia del uso de los videojuegos.
En este estudio se determinó que los usuarios pasaron de una frecuencia promedio de 1-3 días al mes a 5-7 días a la semana. A su vez, las condiciones ambientales de las personas, también pueden influir en el desarrollo de la patología, lo que viene a reforzar estos datos.
Precauciones para evitarla
Las formas de prevención de la adicción a los videojuegos no están completamente estudiadas, debido al veloz desarrollo de nuevas tecnologías y plataformas que dejan obsoletos ciertos avances médicos. Sin embargo, se debe mantener una vida lo más equilibrada posible para poder evitar las conductas de abuso.
Algunas de las prácticas saludables son:
- Mantener una correcta alimentación e higiene.
- Realizar actividades de esparcimiento al aire libre, actividades sociales y familiares.
- Acotar las horas de pantalla puede favorecer al disminuir el riesgo de exposición.
¿Qué hacer frente a un caso de adicción a los videojuegos?
En caso de no poder controlar alguna de las variables o notar que el tiempo de juego interfiere con los cuidados personales y las actividades vitales, se debe buscar ayuda profesional.
Una vez acompañado por un profesional, las opciones terapéuticas se establecen según cada caso y de acuerdo a la gravedad. Ellas pueden ser psicoterapia (la terapia cognitivo conductual es la que presenta mayor evidencia de resultados) y psicofarmacológica, si existen síntomas que requieran control biológico.