El 4 de febrero de cada año, la Organización Mundial de la Salud conmemora el Día Mundial contra el Cáncer con el objetivo de movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y tratamiento adecuado de esta enfermedad. Conseguir esta meta implica acciones de promoción de la salud, detección temprana del cáncer y la administración de tratamientos adecuados, sin olvidarse de intentar siempre mantener una buena calidad de vida para los pacientes.
Promoción de la Salud: La primera medida a difundir es el fomento de un estilo de vida saludable. Es ampliamente conocido el efecto beneficioso que tiene en la salud la vacunación, la alimentación saludable, la práctica de ejercicio en forma regular, como así también evitar el cigarrillo y el consumo de alcohol. La práctica de un estilo de vida saludable reduce significativamente el riesgo de cáncer.
Detección temprana del cáncer: Es otra herramienta que ha demostrado eficacia para disminuir las muertes por esta enfermedad en prácticamente todos los países del mundo. Ejemplos de esto lo constituyen el examen ginecológico y el Papanicolau en el cáncer de cuello de útero, la mamografía en el cáncer de mama, la detección de sangre oculta en materia fecal y la colonoscopia en el cáncer colorrectal.
Una vez diagnosticado el cáncer es vital conocer la extensión de la enfermedad en el organismo, para de esa manera administrar un tratamiento oportuno y adecuado para cada etapa de la enfermedad. En los últimos años se han desarrollado y extendido globalmente distintos métodos diagnósticos y de estadificación de los tumores (Tomografía, Resonancia Magnética, PET) que nos permiten hacer un tratamiento más preciso de cada paciente en particular. Además de esto, se ha adquirido un conocimiento más profundo sobre los distintos mecanismos que generan el cáncer, dando como resultado un cambio en los paradigmas de tratamiento de esta enfermedad. Por un lado, se han desarrollado las “terapias dirigidas”: drogas dirigidas a sitios críticos en el crecimiento celular, cuyo bloqueo consigue en muchos casos detener el crecimiento e incluso la muerte de la célula tumoral. Por otro lado, la revolución terapéutica de la última década en la Oncología está representada sin dudas por “la inmunoterapia”. Este nuevo tipo de tratamiento se basa en la premisa de que el cáncer utiliza mecanismos fisiológicos de inhibición de nuestras células de defensa para permitir su subsistencia. Existen distintos tipos de “inmunoterapias”, pero la que se ha difundido universalmente es la que se consigue a través de anticuerpos monoclonales que permiten revertir ese “freno” que le aplica las células tumorales a nuestras defensas, y de esa manera permite que nuestro propio organismo las destruya.
Los grandes avances de los últimos años y las constantes actualizaciones en Oncología implican una necesidad de capacitación permanente de los profesionales de la salud. Además de esto, cada vez es mayor la evidencia que sugiere enfocar el cáncer como una enfermedad que requiere un abordaje multidisciplinar. Las recomendaciones internacionales enfatizan que los mejores resultados se obtienen en centros con profesionales de experiencia, agrupados en equipos “multidisciplinarios” constituidos por las distintas especialidades involucradas en el tratamiento del cáncer. Estos equipos no están ya sólo formados por oncólogos, radioterapeutas y cirujanos, sino que abarcan también a la Psico-oncología, Medicina Paliativa, Kinesiología, Nutrición, Genética, Enfermería y Asistentes Sociales; todos ellos partícipes activos en el cuidado de los pacientes y en el mantenimiento de su calidad de vida.
Para concluir, son muchos los logros que se han conseguido en los últimos años en el abordaje de esta enfermedad. El desafío actual consiste en buscar que los constantes avances tecnológicos puedan ser accesibles a toda la población y poner especial énfasis en el desarrollo de medidas de promoción de la salud y estrategias de diagnóstico precoz del cáncer.
Dr. Omar Carranza
Jefe del Servicio de Oncología Clínica del Hospital Privado de Comunidad