La psoriasis es una enfermedad sistémica inflamatoria de base genética, mediada inmunológicamente, que puede afectar la piel, mucosas, uñas y a las articulaciones. Es crónica y se presenta en brotes, con exacerbaciones y remisiones. Es importante destacar que no es una enfermedad contagiosa.
La psoriasis afecta alrededor del 2 al 3% de la población y suele aparecer entre los 15 y 35 años, aunque también afecta a niños y a personas mayores. La susceptibilidad está determinada por los PSORS (genes). Se han identificado 11 y otros se encuentran en investigación. El PSORS-1, localizado en el cromosoma 6 es el que tiene mayor relación con la enfermedad. Al ser una enfermedad genética, la presencia de familiares con psoriasis aumenta las posibilidades de padecerla. La probabilidad de que la descendencia la contraiga es del 14% con un padre afectado; si ambos padres tienen la enfermedad, aumenta al 40%.
¿Cómo se manifiesta la psoriasis?
En la psoriasis, se altera el sistema inmune y desencadenan muchos cambios; entre ellos, la proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, lo que se manifiesta en el color rojo de las lesiones. También desencadenan una proliferación de las células de la epidermis, los llamados «queratinocitos». Normalmente, el proceso de recambio celular de la epidermis es de 30 días, pero en las personas con psoriasis dura aproximadamente 4 días, lo que genera la acumulación de células en la capa córnea (capa más externa de la piel) y se manifiesta en forma de placas de escamas blanquecinas y descamación exagerada.
El curso de la psoriasis es caprichoso, ya que puede desaparecer y volver a aparecer en los mismos sitios del cuerpo o en otros. Cada individuo afectado tiene su particular psoriasis, y lo que funciona en unos puede que no sirva o incluso vaya mal a otros. Por este motivo, el tratamiento debe ser personalizado para cada paciente, en función del tipo de psoriasis que tenga.
¿Cuáles son los tratamientos para psoriasis?
Los tratamientos para la psoriasis pueden hacer desaparecer las lesiones, de forma temporal, y proporcionar una gran mejoría. Sin embargo, a día de hoy no existe un medicamento que logre la curación definitiva. Actúan sobre la inflamación, reduciéndola y frenando la proliferación de las células de la capa superficial de la piel.
El tipo de tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad, el estilo de vida de la persona, las enfermedades que tenga, su edad y sus preferencias.
El dermatólogo puede aconsejar tratamientos tópicos que serían los medicamentos para aplicar sobre la piel (cremas o ungüentos) o bien puede recomendar la exposición a la luz ultravioleta (fototerapia). Para la psoriasis más intensa puede aconsejar tratamientos sistémicos como medicamentos orales, subcutáneos, intramusculares o intravenosos . Todas estas modalidades terapéuticas pueden administrarse solas o combinadas.
“Por lo general, si la afectación es leve o moderada, se inicia con un tratamiento tópico. Si los tratamientos tópicos no son efectivos o la gravedad del caso lo requiere, se pasa a la fototerapia o al tratamiento sistémico. El criterio es usar primero los tratamientos con menos efectos secundarios y sólo pasar a otros más agresivos si los primeros fracasan”, explica el Dr. Patricio Martínez Chabbert, jefe del Servicio de Dermatología del HPC.
Además, el Dr. Chabbert aclaró que “existe un amplio abanico de tratamientos. Aunque todos los tratamientos de la psoriasis son efectivos para mucha gente, ninguno lo es para todo el mundo, ya que la respuesta a cada tratamiento varía de una a otra persona. En ocasiones, la psoriasis se hace resistente a un tratamiento, que deja de ser efectivo, y por lo tanto debe cambiarse por otro. A veces, se dan remisiones espontáneas. Por todo ello, es muy importante la personalización del tratamiento”.