Cuidados nutricionales para pacientes con Hepatitis

La Hepatitis es una inflamación del parénquima hepático que ocasiona una insuficiencia del hígado, generalmente de duración limitada.

Las hepatitis virales son enfermedades infecciosas conocidas como Hepatitis A, B, C, D y E, afectan a millones de personas en el mundo causando enfermedad del hígado, tanto aguda (corto plazo) como crónica (largo plazo).

Las formas más comunes de presentación son la Hepatitis A y la Hepatitis B.

La Hepatitis B es transmitida por contacto con sangre contaminada, instrumental médico, quirúrgico, odontológico, tatuajes, etc. Es más común que evolucione a la cronicidad.

El virus de la Hepatitis A se transmite de persona a persona al ponerse en la boca un objeto contaminado con las heces de la persona infectada con el virus. Esta forma de transmisión se denomina vía "fecal-oral", también se puede transmitir al consumir comida o bebida que fue manipulada por una persona infectada.

Los síntomas pueden ser fiebre, malestar, inapetencia, náuseas, dolor de estómago, diarreas, vómitos, orina oscura e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca del ojo). Los signos y síntomas de enfermedad son más frecuentes en adultos que en niños. Los bebés y niños pequeños generalmente tienen síntomas muy leves, con menor probabilidad de contraer ictericia que los niños mayores y los adultos. No todas las personas infectadas tienen todos los síntomas.

El período de contagio comienza alrededor de una semana o dos antes de la aparición de los síntomas y es mínimo durante la semana siguiente al comienzo de la ictericia. Después de recuperarse de la hepatitis A, la persona no se reinfecta. Queda inmunizada de por vida y ya no es portadora del virus. No hay medicamentos o antibióticos especiales para el tratamiento una vez que aparecen los síntomas. Generalmente todo lo que se necesita es reposo. La enfermedad evoluciona en 4-6 semanas.

Para su prevención, las personas deberán seguir pautas apropiadas de higiene personal. Realizar un correcto lavado de manos, antes de manipular envases y bolsas y durante el procesamiento de alimentos crudos y cocidos, así como después de ir al baño o de cambiar pañales, o durante la preparación de la comida cada vez que se cambia de alimento. Utilizar agua y jabón, frotando las manos durante 60 segundos, utilizando agua potable siempre, tanto en la higiene personal como en la preparación y elaboración de las comidas.

Cuidados nutricionales

No existe un tratamiento específico. Además de la limitación de la actividad física se incluirán cuidados nutricionales. El objetivo del cuidado nutricional es permitir la reparación del tejido hepático.

Inicialmente, se hará una dieta líquida a base de jugos y licuados de frutas (duraznos, peras, manzanas) con azúcar, infusiones claras de té, caldos de verduras con harinas finas, purés de frutas y frutas en almíbar. Si hay buena tolerancia se progresa a una dieta llamada “hepatoprotectora” en donde se pueden incluir lácteos descremados, cortes magros de carnes (pollo, cerdo, pescado y vacuna), huevo, verduras con excepción de coles (coliflor, repollo, repollito de Bruselas, brócoli) y aliáceos (cebolla, cebolla de verdeo, ajo), todas las frutas, harinas y pastas, amasados de pastelería como vainillas, bizcochuelos, aceites sin calentar por cocción y condimentos aromáticos, condimentos aromáticos, jaleas, mermeladas.

Los alimentos desaconsejados son cortes de carnes grasos, fiambres y embutidos, mariscos (por ser muy alergenos), bebidas alcohólicas, chocolate y derivados del cacao, condimentos picantes y mezclas de condimentos elaborados, amasados de pastelería como tortas, tartas, masas, debido a que en general tienen como ingredientes elevada cantidad de grasas.

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